La Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF alertan que la violencia contra niños, niñas y adolescentes es un problema global de enormes dimensiones. Según datos de la ONU, aproximadamente mil millones de niños y niñas sufren algún tipo de violencia cada año, ya sea física, psicológica o sexual (OMS, 2020).
¿Por qué son las personas más vulnerables?
- Dependencia de los adultos
La infancia y adolescencia dependen de personas adultas para su cuidado, educación y protección. Cuando esas figuras son precisamente quienes ejercen la violencia (padres, madres, docentes, entrenadores, cuidadores), denunciar se vuelve difícil. - Normalización de la violencia
En muchas sociedades, el castigo físico o verbal sigue viéndose como «parte de la educación» y no como violencia. Expresiones como «me pegaban de niño y no me pasó nada» son prueba de esa naturalización. - Miedo y falta de herramientas
Niños, niñas y adolescentes a menudo no saben cómo denunciar o temen represalias. Además, muchos no reconocen ciertas agresiones como violencia porque han crecido en entornos donde estas son frecuentes. - Espacios inseguros
Familia, escuela, deporte y redes sociales pueden ser entornos de violencia si no cuentan con mecanismos de protección efectivos.
Formas de violencia más comunes
Violencia en el hogar
Desde castigos físicos hasta negligencia emocional. La violencia sexual es una de las formas más alarmantes de maltrato infantil. Según datos del Ministerio de Sanidad, en 2021 se registraron 21.521 notificaciones de casos sospechosos de violencia en niños, niñas y adolescentes en España, aunque diversos estudios de prevalencia muestran que la cifra puede ser mayor.
Violencia en la escuela
Acoso escolar (bullying), castigos humillantes, abuso de poder. Estudio de la Universidad Complutense de Madrid y Fundación ColaCao (2023): Este estudio, uno de los más completos hasta la fecha en España, incluyó a 20.662 estudiantes de 325 centros educativos en las 17 comunidades autónomas. Los hallazgos principales fueron:
- El 6,2% de los estudiantes entre 4º de Primaria y 4º de Secundaria manifestó haber sufrido acoso escolar en los últimos dos meses, lo que equivale a casi dos estudiantes por clase.
- El 2,1% de los encuestados se reconoció como acosador, lo que indica la presencia de un acosador por cada dos clases.
- El 16,3% de los alumnos se identificó como testigo de situaciones de acoso escolar, aproximadamente cinco estudiantes por aula.
- En educación primaria, el 7,6% de los alumnos se reconocieron como víctimas, sin diferencias significativas entre chicas (7,5%) y chicos (7,7%). En secundaria, la prevalencia disminuyó al 5,3%, con un porcentaje más elevado entre las chicas (5,8%) que entre los chicos (4,7%).
Violencia en el deporte
Presión extrema, maltrato psicológico, abuso sexual.
Violencia digital
Ciberacoso, explotación, exposición a contenidos dañinos.
Violencia institucional
Sistemas de protección ineficaces, burocracia que impide actuar a tiempo.
El impacto de la violencia en la infancia
La ciencia ha demostrado que la violencia en la infancia afecta el desarrollo cerebral, emocional y social de los niños y niñas. Estudios en neurociencia indican que la exposición al estrés tóxico puede generar alteraciones en el sistema nervioso y aumentar el riesgo de problemas psicológicos como ansiedad, depresión y dificultades en el aprendizaje (Center on the Developing Child, Harvard University, 2021).
Además, la violencia tiene consecuencias a largo plazo en la sociedad. Niñas y niños que crecen en entornos violentos tienen mayor probabilidad de replicar esos patrones en su vida adulta, perpetuando el ciclo de violencia.
¿Cómo podemos actuar?
- Visibilizar el problema. Hablar de violencia infantil sin eufemismos ni minimizar su gravedad.
- Fomentar una educación en valores y habilidades socioemocionales. Enseñar empatía, resolución de conflictos y comunicación asertiva.
- Proteger los espacios donde niños, niñas y adolescentes crecen. Crear entornos seguros en la familia, escuela y actividades extracurriculares.
- Garantizar sistemas de denuncia accesibles y eficaces. Promover canales de ayuda seguros y confiables.
- Formar a adultos responsables. Padres, madres, entrenadores, docentes y cuidadores deben recibir formación en buen trato y crianza positiva.
La infancia y la adolescencia deben ser etapas de desarrollo, exploración y aprendizaje, no de supervivencia ante la violencia. Proteger a niños, niñas y adolescentes es una responsabilidad colectiva y un imperativo social. 🚸✊